Fuente MINAGRI. por Adriana Mayo –
Las cadenas montañosas Volcánica, Chila, La Raya, Huanzo y Chonta son las más vulnerables al retroceso glaciar. Sus capas de hielo no superan los 6 kilómetros y su extinción es inminente, asegura la Autoridad Nacional del Agua. Esto afectará el futuro de poblados que dependen de glaciares.
El aumento de la temperatura del planeta viene acelerando el retroceso de los glaciares en el mundo y nuestras cumbres nevadas no son ajenas a este devastador proceso.
Los 0.75°C adicionados en los últimos cien años, a causa de la contaminación, han provocado a la fecha la desaparición de una de nuestras cordilleras y amenaza con extinguir a cinco más de las 19 que nos quedan en los siguientes 15 o 20 años, advierte el ingeniero Nelson Santillán, de la Dirección de Conservación y Planeamiento de Recursos Hídricos de la Autoridad Nacional del Agua (ANA).
La Raya (entre Cusco y Puno), Volcánica (entre Arequipa, Tacna y Moquegua), Chila (Arequipa), Huanzo (entre Ayacucho y Apurímac) y Chonta (entre Huancavelica y Lima), son las cadenas montañosas peruanas que lideran la lista de las más vulnerables ante el calentamiento de la Tierra, por lo que su desaparición –en un contexto climático altamente variable como el actual– se torna inminente.
“A ritmo del proceso de retracción que estamos viviendo, sabemos que el retroceso glaciar en los siguientes años será mayor en porcentaje. Aunque es complicado decir cuándo se van a terminar todas esas masas de hielo, pues no existe una fórmula matemática para calcularlo, se sabe que esas cinco cordilleras van paso a la extinción, ya que tienen una capacidad reducida de adaptación al calentamiento agresivo que vivimos”, explica el especialista.
La capacidad a la que hace referencia Santillán depende de varios factores. Uno de ellos es la altitud de las cumbres, hoy se sabe que los glaciares ubicados por debajo de los 5.100 m s.n.m. desaparecerán en las siguientes décadas. Otro factor es el tamaño de glaciar que poseen las montañas, la densidad de la capa de hielo que los cubre, así como la velocidad con la que la temperatura de la Tierra aumenta. Se han proyectado escenarios catastróficos de hasta 8°C; sin embargo, la comunidad científica espera que los índices no superen el 1.5°C.
Actualmente cada una de estas cinco cordilleras no superan los 5 km2 de superficie glaciar y en conjunto no suman más de 11 km2 de capa blanca.
Pero, ¿siempre fue así? ¿En cuánto tiempo se dio este retroceso? De acuerdo con los registros de la ANA, la retracción se incrementó en los últimos 40 años. En el primer inventario de glaciares realizado en 1970, la cordillera La Raya registraba 11.27 km2 de superficie glaciar, Chila no menos de 33.89 km2, Huanzo 36.93 km2 de hielo y Chonta unos 17.85 km2 de blanca extensión.
Cada una de estas cadenas ha perdido en cuatro décadas casi la totalidad de sus masas de hielo. En porcentajes se tiene que La Raya se redujo en un 72.85%, Huanzo un 87.79%, Chonta un 92.16% y Chila un alarmante 97.26%.
Hay que precisar que cuando se inventariaron por primera vez nuestros glaciares, por razones que se desconocen, no se obtuvo información de la cordillera Volcánica, pero sí en el 2014.
A través de imágenes satelitales, los especialistas de la ANA ubicaron su reducida superficie de menos de un kilómetro cuadrado (0.72 km2). “Se sabe que es mucho más pequeña que el nevado Pastoruri y que es la más próxima a desaparecer”, detalla Santillán.
Una ya se extinguió
Si bien hoy conocemos que el país cuenta con 19 cordilleras, no siempre fue así. En un momento el Perú contó con 20 cadenas montañosas a lo largo de todo su territorio.
Es pues El Barroso la primera víctima del cambio climático. De él solo se sabe que se encontraba en la sierra de Tacna y que en 1970 ya no contaba con hielo en sus picos. Lo que se desconoce es el tamaño de su superficie, ya que a la fecha no hay registros históricos de este glaciar.
Lo cierto es que la ausencia de estas densas capas de hielo no solo provocan un significativo cambio en el paisaje y geografía. Su desaparición disminuye considerablemente la oferta hídrica de las localidades altoandinas que viven en las faldas de estas cumbres.
Son estas comunidades las más vulnerables al acelerado proceso de deglaciación que afrontan los nevados, ya que son ellos los encargados de balancear los aportes de agua en temporada seca, de mayo a noviembre. Los hielos brindan el recurso que necesitan los pastos y el ganado, pero si no llueve y no hay glaciares, ¿qué agua discurrirá en esas zonas?
Urge gestión del agua
Esa es la pregunta que hoy se hacen los expertos del Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (Inaigem), ente adscrito al Ministerio del Ambiente, quienes desde hace un año estudian las condiciones de la Cordillera Blanca.
“No se debe esperar a que estos glaciares disminuyan en una forma tan notoria para tomar acciones preventivas. En la Cordillera Blanca un 38% de glaciar ya se fue”, advierte el especialista del área de glaciares, Ing. César Portocarrero.
Según detalla, estudios recientes realizados en nueve subcuencas de la zona revelan que seis de ellas tienen los caudales de agua debajo de lo normal, lo cual explica claramente que el recurso hídrico está disminuyendo conforme avanza el retroceso glaciar.
“La gran amenaza de la escasez de agua está ahí, latente. Debemos tomar acciones para que las poblaciones venideras no sufran. Se estima que al 2030 empezará la crisis del agua, pero no debemos esperar hasta esa fecha”, advierte el experto.
Son ahora los tomadores de decisiones del actual gobierno quienes deberán afrontar esta problemática de la que pocos hablan, aplicando una gestión integrada de recursos hídricos a nivel nacional.
“El agua no se debe tratar por separado. La población de esas cinco cordilleras que están en camino de extinción son las que definitivamente se verán afectadas por la falta del recurso hídrico. También se pone en juego la seguridad alimentaria de esas poblaciones, por lo que urgen tomar medidas”, sostuvo.
Se estima que aproximadamente 170 mil km2 de nuestro país dependen del agua que brindan los glaciares y 4 millones de personas están directamente relacionadas o son beneficiarias del líquido que brindan estas montañas.
Se debe tener en cuenta que no solo las comunidades altoandinas sufrirán. Lima, situada en un desierto, también lo hará, ya que las reservas de hielo que proveen de agua a la capital se redujeron en un 80% desde 1970.
Este panorama se replica en Ecuador, Bolivia y Colombia, países que junto al Perú poseen el 99% de los glaciares tropicales del mundo que abastecen el 80% del agua que necesita el planeta.
A este grupo de países perteneció en su momento Venezuela, sin embargo hoy sus montañas nevadas solo quedan en el recuerdo.
Debatirán tema Del 10 al 13 de agosto especialistas de todo el mundo se reunirán en la ciudad de Huaraz (Áncash) en el Foro Internacional de Glaciares y Ecosistemas de Montaña, para encontrar soluciones al acelerado proceso de desglaciación.
Pendientes en sector ambiental
Por Isabel Calle (Sociedad Peruana de Derecho Ambiental) – En materia ambiental, el nuevo gobierno deberá asumir a lo largo de los siguientes cinco años retos tan grandes como el retroceso glaciar y sus consecuencias. En lo que concierne al poder Ejecutivo, debe seguir impulsando la formalización de la minería. Los escasos resultados anteriores dan fe de que hay ciertos problemas en el proceso que se deberían revisar, lo que no quiere decir dar marcha atrás, la formalización debe seguir.
Lo cierto aquí es que hay cosas buenas impulsadas por el gobierno anterior que se debería continuar, mejorarlas para seguir avanzando, como el reglamento de recursos eco sistémico para mejorar la gestión del agua. Se debe seguir el trabajo en gestión de desastres también.
Por otro lado, creemos que debe promocionarse más el uso de las energías renovables, porque si bien existe el DL N° 1002, que señala que el 5% de la energía que se consume en el país debería venir de estas fuentes, aún no hemos llegado a esa meta. Se calcula que solo el 3,9% se maneja a través de la energía limpia.
El poder Legislativo también tiene grandes desafíos, uno de ellos es debatir y aprobar la propuesta de la Ley Marco de Cambio Climático, que es el producto de una serie de proyectos de varios congresistas.